Nuestro regreso al hogar Humano
“Y así un día se llenó el mundo con la nefasta promesa de un apocalípsis viral y de pronto las fronteras que se defendieron con guerras se quebraron con gotitas de saliva, hubo equidad en el contagio que se repartía igual para ricos y pobres, las potencias que se sentían infalibles vieron cómo se puede caer ante un beso, ante un abrazo.
Y nos dimos cuenta de lo que era y no importante, y entonces una enfermera se volvió más indispensable que un futbolista, y un hospital se hizo más urgente que un misil.
Tres gotitas de mocos en el aire, nos ha puesto a cuidar ancianos, a valorar la ciencia por encima de la economía, nos ha dicho que no solo los indigentes traen pestes, que nuestra pirámide de valores estaba invertida, que la vida siempre fue primero y que las otras cosas eran accesorios.
No hay un lugar seguro, en la mente de todos nos caben todos y empezamos a desearle el bien al vecino, necesitamos que se mantenga seguro, necesitamos que no se enferme”(1)
Ya suman varias semanas de estar viviendo una experiencia inédita, con la llegada del covid19 a nuestro país México -procedente de Alemania dijeron las noticias- y son difíciles porque resulta imposible aislar a una población donde un porcentaje muy elevado sobrevive en condiciones precarias lamentables.
Una gran mayoría intentamos sumar con un granito de arena a hacer llevadero este aislamiento, mismo que nos obliga a revisar de que manera vivimos y que hemos hecho para que nuestra madre tierra se defienda de nosotros con un virus letal.
Es en situaciones de crisis donde se pone a prueba todo nuestro potencial adaptativo, sabemos muchísimo más de lo que creemos. Nuestro trayecto por la vida nos ha dotado de inmensos recursos para resolver problemas de toda índole y que paradójico resulta que mucha gente le hace excesivo caso a la mente y esta a su vez le dice al oído todo lo contrario: habla de dramas, de peligros exagerados, de insuficiencia para hacer frente a lo adverso y este gran poder otorgado a la mente es el responsable del miedo absoluto que priva hoy ante una situación emergente, porque finalmente la función de la mente es proteger, avisar de peligros reales e imaginarios, -exactamente ¿cuántos de los peligros que imaginamos son reales y cuantos son resultado de mentes desbocadas?
Es hoy que podemos lograr transformaciones asombrosas, sobre todo porque no nos queda otra más que cambiar nuestras programaciones, habremos de improvisar una serie de maniobras que respondan a las dificultades actuales, y mirando atrás tenemos experiencia en algo y esto es maravilloso: ejemplo cuando nos cambiamos de casa o de trabajo, cuando hemos viajado a un lugar con otro idioma, cuando hemos enfermado, acaso no hemos tenido que desenrollar habilidades hasta entonces desconocidas? Y acaso no nos ha hecho mejores personas?
Sabemos que estaremos confinados durante varias semanas cumpliendo un tiempo especial para sanarnos y sanar el planeta, aprendiendo a vivir de otra forma, circunstancias mismas que compartimos con millones de personas, el azar o suerte puede tocar nuestra puerta para adquirir enfermedad o salud, protegernos en la mayor medida posible es nuestro deber. Nunca como hoy tuvimos la conciencia de que todo lo que hacemos repercute en los demás, así también colaborar con el bienestar de todos sin excepción porque dependemos unos de otros.
Todo se desdibuja, desaparecen las seguridades, e iniciamos un viaje totalmente incierto sin mapas, sin saber el sendero, solo nuestra intuición nos guía, y no sabemos adónde nos llevará. Sabemos que no tenemos el control, sabemos que parte de nuestro bienestar depende de circunstancias externas y hay otro tanto, mi bienestar de dentro que depende de cómo yo elijo sentir, como yo me permito vivir este proceso confiando,aprendiendo, afrontando como un reto o bien como una amenaza que me inmoviliza o me hace presa de mis instintos.
Louise Hay afirma que la confianza es la conciencia de que quien crees ser no puede manejar tu vida, pero quien eres en realidad si puede y lo hará.
La confianza nos muestra que cuando nuestra vida se está desmoronando, no somos nosotros quienes se están desmoronando. La esencia de quien somos siempre está bien. Lo que se desmorona es nuestro sentido del yo, nuestro ego y sus planes, esperanzas y expectativas respecto a cómo deberían ser las cosas. «Las vidas se desmoronan cuando necesitan ser reconstruidas”(2)
Es en este momento donde se pone a prueba nuestra conciencia emocional, nuestra higiene mental, nuestros valores, la gran capacidad para sobreponernos a la adversidad, es aquí donde podemos dar un salto cuántico en nuestra evolución o quedarnos varados a la orilla del camino en el papel de víctimas,buscando culpables consumiendo y creyendo todo lo que viaja en las redes sociales.
Nunca nos cuestionamos sobre nuestra forma de vivir y creímos que eso era la libertad.
Quizá mañana despierte y descubra que esa mi vida era una pesadilla que estaba soñando y a partir de entonces empiece a vivir de verdad.
(1): Empatía Viral* Sábado 14 de marzo de 2020 por Edna Rueda Abrahams
(2) La vida te ama, Louise Hay y Robert Holden, 7 prácticas espirituales para sanar tu vida Diana Edit. México 2015.
Increíble manera de abordar el tema!!
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Me encanto 🤗
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