Mi Libreto que defiendo

Cuando charlo con mis amigos y vamos intercambiando información, nos miro afanados en el argumento sobre el que sustentamos nuestras vidas, luciendo aquí y allá motivos de felicidad y hablamos con mucho aplomo de los triunfos, de los logros, de los motivos de orgullo y de cómo se han seguido meticulosamente las instrucciones que vende el mundo moderno para encajar y ser como los demás, -la casita, el cochecito, los colegios caros de los hijos, el club, los viajes- y así sucesivamente. -claro que si-, -tenemos una vida y la vivimos a nuestro antojo-, nos permitimos ser nosotros, tan iguales pero al mismo tiempo irrepetibles.
Todos y cada uno en su burbuja, en el viaje interno del sueño fantasioso, queriendo convencernos de que hemos encontrado una mejor dirección, de que sí sabemos cómo se vive realmente, (pero, ¿se vive realmente?) de tener la razón, de haber encontrado nuestra pepita de oro.
Y como el trayecto no va en línea recta, un buen día algo o alguien me deja caer estrepitosamente uno de tantos historiales que yo asumí como verdades inamovibles que por mucho tiempo debió estar sosteniendo ante mí y ahora ante este descubrimiento yo debo trasladarme a explicarme esa información un tanto extraña y poco amigable que viene a cuestionar mis teorías y fundamentos donde se apoya mi piso firme y tratando de pegar los añicos rotos aquel individuo que también soy yo, pero ahora mira desde afuera -me doy cuenta que todo fue una creación mía- de mi cabeza, de mi imaginario, en este momento ya puedo ver que eso que nombro como realidad va más allá de mi entendimiento pero mi comprensión no alcanza para explicar aquello que se me escapa-.

La vida no es lo que vemos, tampoco lo que creemos entender, es mucho más: tiene capas, revestimientos y profundidades misteriosas a las que no se puede acceder desde este estado aletargado en el que sobrevivimos, en el que estamos dejando de ser, en el que la esencia se pierde milímetro a milímetro. Los sentidos no alcanzan a comprender los muchos bocetos de una explicación mayor, dado que colisionan, se entrecruzan y fragmentan de frente y adentro nuestro.
Siendo asÍ que nuestra vista es limitada… pero pensamos sentimos y hacemos tomando en cuenta solo eso que se llama sentido común. -Mi realidad está hecha de pedacitos, de eso que veo, escucho, percibo, desde mis ojos, oídos, mi cuerpo-, y claro que es engañosa! Si porque somos selectivos, esos pedacitos han sido seleccionados de acuerdo a todo eso que defendemos. Todo lo que nos incomoda o desmiente nuestras verdades pasa por inexistente. Solo puedo ver eso que necesito, nada más.
El mundo por donde discurro a veces simple, y otras complicado, con sus sube y baja, con sus obscuridades y sus luminosidades, con gente que sale y entra a mi vida, mucha amada como vitamina para el alma, otra no tanto, y aquella distante, viscosa, adherida a la fuerza y que está ahí para recordarme mi fragilidad, mi imperfección, mis luchas por convertirme en lo que vine a ser. Mi mundo y el de los demás siempre cambiante, siempre hermoso y misterioso.




