Hay decisiones en nuestras vidas que tienen costos no recuperables y que pueden cambiar si tan solo tenemos conciencia al elegir con los ojos abiertos a una pareja amorosa porque sabemos que cualidades y limitaciones tiene cada uno para sumar o restar a la relación .
Podemos ser felices si es nuestra decisión y procuramos cuidar nuestra forma de relacionarnos hacia adentro y afuera, integrando hábitos de bienestar, diciendo si a la vida.
En el encuentro real con el ser amado puedo tener claridad de que es lo que prefiero, porque para crear una relación completa hay que dar lo mejor de cada uno, y si los dos sabemos y queremos es posible y más.
Se ama con el corazón, nuestra mente racional nos juega malas pasadas, si le hacemos caso destruimos lo más bello que sentimos. Y también hay que reconocer que hay zonas obscuras que se activan en la convivencia y separación de mi pareja.
podemos aspirar a una relación maravillosa con nuestra pareja, siempre y cuando estemos dispuestos ambos a cumplir nuestro papel de soltar y retener
amar o apegarse, indiferencia o desapego. De la forma en que nos relacionamos depende el grado de bienestar o infelicidad que una relación puede aportar a nuestra vida. Revisar nuestros patrones es crucial, no siempre un camino fácil nos va a llevar lejos.
Es frecuente mirar lo que no se tiene, en lugar de agradecer lo que hay, estar en la insatisfacción, es vibrar desde la carencia. Vibrar en el amor nos remite al ser, fuente de bienestar y equilibrio
Encontrarle un sentido a nuestras vidas en la edad adulta requiere una reestructuración de nuestra vida afectiva, de nuestras creencias, dogmas, valores y esquemas que nos limitan, permitirnos la oportunidad de volver a experimentar el amor puede enriquecer nuestra salud y autoestima.