Decir adiós y transformar la pérdida

¿¿Qué tan conscientes somos de que somos viajeros y que aquellos que nos acompañan en el viaje, tarde o temprano, abandonarán el tren?
El duelo es el tiempo de cicatrización de una herida causada por el dolor de dejar ir a alguien o a algo. Es el tiempo necesario para aceptar, entender, acomodar, resignificar la relación con lo que se pierde. Nos da la oportunidad de revisar nuestros apegos, así también muchas de nuestras creencias acerca del amor, de la vida y muerte y en consecuencia las relaciones que tejemos alrededor nuestro.
No hay un tiempo especial para trascender un duelo y requiere del apoyo de muchos seres queridos, y a veces de profesionales en salud emocional y en tanatología. No es lo mismo perder a los padres o hijos, que a los hermanos, nietos, amigos o conocidos. Cada duelo varía en intensidad, aceptación, tiempo de recuperación, etc. influyendo en ello la profundidad de la relación, si era una motivación, si aportaba satisfacción, fluía la empatía, hubo algún tipo de dependencia, y otro elemento no menos importante son las muchas o pocas expectativas depositadas en este tipo de relación.
Cabe destacar sumado a todo lo mencionado si estamos familiarizados con el concepto de temporalidad. La temporalidad es el tiempo nunca absoluto que tiene como duración una relación: esto es que tan conscientes estamos de que somos viajeros y que quienes nos acompañan en el viaje mas tarde o temprano abandonarán el tren. Y que cada relación vale por el tiempo compartido, por lo que estamos dispuestos a dar, recibir y compartir, aunado a los aprendizajes que cada persona conocida irá aportando a nuestra vida.
Nos damos cuenta de que hemos terminado un duelo cuando estamos dispuestos a cerrar el ciclo con el agradecimiento de todo lo que fue posible con la persona que estuvo con nosotros. No hay resentimiento, ni reproches, ni deudas pendientes hemos hecho un recuento de todo lo bueno y no tan bueno que trajo a nuestras vidas, de lo que hubo, fue, sucedió y nos transformó, tuvo un propósito y ahora lo vemos en su totalidad. El duelo nos ayuda a mirar la vida desde otras perspectivas, nos permite crear resiliencia, nos obliga a poner en marcha muchos recursos hasta ahora no utilizados, cambia el valor que le damos a la vida, al perdón, a la aceptación y a la convivencia. Un duelo bien logrado nos permite darle un mejor propósito a nuestras vidas, nos ayuda a entender nuestra vulnerabilidad, nuestra forma de vivir, la importancia de los planes, en que hemos invertido energías, atención, afectividad, la valoración del uso del tiempo, nuestros vínculos, relaciones y lo pasajero que son muchas experiencias.. El síntesis significa el absoluto y relativo de la vida.
Cuando la gente querida a nuestro alrededor se va retirando y volvemos a nuestra rutina a la que estuvimos acostumbrados incluyendo al que se fue, los primeros días serán los más difíciles, por el conjunto de rutinas a las que estábamos acostumbrados: que si se compraba el periódico, que si íbamos juntos a realizar las compras que si le preparaba un tipo de alimento especial, quizá ver películas, salir a visitar familia. Lo que procede aquí es la reconfiguración y equivale a realizar cambios adaptativos en esta nueva forma de vida. De poco a poco sin darnos cuenta se irán transformando estas acciones, dejando fluir la tristeza, la añoranza, el vacío. Y llegara el tiempo que queremos salir, implementar nuevas actividades, atreviéndonos a probar con cosas que se fueron posponiendo como esa clase de repostería, o practicar yoga, ajedrez, danza, dibujo, pintura. Hay infinidad de mujeres empresarias que iniciaron su emprendimiento cuando han quedado viudas o los hijos se han casado. Vendrán nuevas amistades, conoceremos a otras personas, crearemos nuevos afectos y volveremos a sonreír. Porque volver a reír, no significa traicionar ni dejar de amar a quien se fue. Significa que la vida sigue y que estamos tomando la vida tal como es. Elegimos vivir y estar bien. Salir del duelo bien librado es no amargarse, no reclamar, tener aceptación, seguir adelante, de maneras diferentes, es tomar la vida de una forma más sabia.




