Tener desarrrollado el musculo de la tolerancia a la frustración nos evita dolor innecesario, no siempre se consigue lo que se desea, y caminos para conseguirlo hay muchos, esto es lo que hay que enseñar a nuestros hijos.
El amor se cierra con amor, con agradecimiento, reconociendo todo lo que hizo posible en nosotros el haber caminado por la vida tomados de la mano de alguien. No somos víctimas, no es posible el odio, sino la dignificación de esa nuestra relación poniendo nuestros errores al servicio de la vida y de un camino feliz, sea en pareja o no como afirma Joan Garriga.
Educar desde el amor, con ejemplos de vida, hacerles saber a nuestros hijos que esperamos de ellos usando la paciencia, la consistencia, la firmeza, son elementos claves para convivir en armonía y promoviendo al mismo tiempo una sana autoestima