Perder a un ser querido es enfrentarnos al relativo de nuestra vida, al carácter temporal de todo. Reconocer que estamos de paso, que cada día es un regalo y hay que aprender a invertirnos en lo que cuenta como valioso para uno.
Una mujer mayor al regresar a casa después de un viaje, hace una reflexión de los acontecimientos del año que está terminando: reconoce sus logros y descalabros, y a la vez encuentra muchos regalos en cada experiencia, reconoce así como va logrando una hermosa reconciliación con su hermano cuerpo.
Nosotras las mujeres vamos abriendo conciencia para lograr en el mundo un lugar donde los papeles que hemos asumido durante décadas deben transformarse para dar cabida a la expresión de plenitud y sabiduría como pasos fundamentales en nuestra evolución.