EMOCIONES DESTRUCTIVAS O AFLICCIONES MENTALES

Las emociones destructivas son aquellas que dañan a los demás o a nosotros mismos.
Desde la perspectiva darwiniana las emociones destructivas perduran en nosotros a modo de vestigios de aspectos que, en algún momento de nuestra evolución desempeñaron un papel esencial para nuestra supervivencia. Un ejemplo es el miedo, pues nos avisa de probables peligros
Gran parte del sufrimiento humano se deriva de las emociones destructivas como el odio, que alienta la violencia, o el deseo que promueve la adicción.
La mayoría de filósofos occidentales solo atienden a la función de las emociones como facilitadoras de las relaciones interpersonales despreocupándose de su importancia para el perfeccionamiento de nuestra naturaleza interna.
Existen algunas emociones que son indisociables de la naturaleza humana como la ira, el desprecio, la indignación, el miedo, la felicidad, la tristeza, el amor, la amistad, el perdón, la gratitud, el arrepentimiento (o el remordimiento por haber hecho algo mal). Y luego también está la compasión.
El análisis budista no establece la misma diferencia entre las emociones destructivas y las emociones constructivas, sino que las considera como estados mentales que empañan la claridad y ocasionan un desequilibrio emocional.
En la medida en que las emociones negativas se adueñan poco a poco de la mente acaban transformándose en estados de ánimo y, a la postre, en rasgos temperamentales. Por ejemplo si varias veces al día me pongo triste, me convierto en una persona deprimida, o si permito que el enojo se apodere de mi con facilidad, entonces me vuelvo hostil y gruñón, si rio con facilidad, la gente me va a considerar una persona alegre.
Ciertamente no tenemos que reprimir las emociones, pero podemos encausarlas de manera adecuada e inteligente, utilizándolas para conocer la naturaleza de nuestra mente. Identificar que emociones aparecen con frecuencia? cómo aparecen? Si se han vuelto rasgos de personalidad? Que he hecho para darles una salida favorable?
Podemos considerar que las emociones destructivas restringen nuestra libertad interna y obstaculizan nuestra capacidad de juicio, el hecho de liberarnos de ellas disminuirá su fuerza y nos permitirá gozar de mayor libertad y felicidad.
A continuación se presenta una lista de seis aflicciones mentales primarias, algunas de las cuales identificaremos fácilmente como emociones, y otras no.
- Apego o deseo
- Ira (que incluye la hostilidad y el odio)
- Orgullo
- Ignorancia o ilusión
- Duda
- Visiones erróneas
El apego, el deseo y la hostilidad están fijadas en algún objeto; en el primer caso, esa fijación tiene que ver con el apego, es decir ir hacia el objeto; en el segundo, con la repulsión, con el hecho de alejarse del objeto.
La duda, nos lleva a una comprensión errónea de la realidad. No se trata de una mera vacilación, sino de un titubeo que nos aleja de la realidad. Aunque también existen formas sanas de duda. De hecho, la duda es muy importante para el cultivo de la comprensión profunda. Del mismo modo que no todas las dudas son aflictivas, tampoco toda ira es aflictiva. Existen ciertos tipos de ira movilizados por la compasión en cuyo caso se trata de un estado mental ajeno al odio. Es cierto que se expresa en forma de ira, pero una ira derivada de la compasión.
A la compasión se le considera como un estado mental virtuoso y sano. Pero también es posible que el afecto se combine con la identificación, en cuyo caso esa mezcla de compasión y apego es muy probable que acabe convirtiendo la compasión en algo aflictivo.
Mencionaremos ahora otras veinte aflicciones mentales secundarias derivadas, todas ellas, de las aflicciones fundamentales del apego o deseo, la ira y la ignorancia, lo que la literatura budista denomina los Tres Venenos:
Los tres venenos
Ira | Apego | Ignorancia | Ignorancia+ Apego |
1. Cólera 2. Resentimiento 3. Rencor 4. Envidia/Celos 5. Crueldad | 6. Avaricia 7. Autoestima exagerada 8. Excitación 9. Ocultamiento de los propios defectos 10. Embotamiento | 11. Fe ciega 12. Pereza espiritual 13. Olvido 14. Falta de atención introspectiva | 15. Petulancia 16. Engaño 17. Desvergüenza 18. Desconsideración hacia los demás 19. Falta de escrúpulos 20. Distracción |
Explicaremos algunas. Las cinco primeras aflicciones secundarias se derivan de la ira. La cólera no es más que un brote de exasperación, un ataque de furia. El resentimiento es un ataque de ira más duradero. El rencor es otro derivado de la ira, como también se dice que lo son la envidia y los celos
El exceso de autoestima consiste en una visión desproporcionada de nuestras propias cualidades.
El embotamiento es un término ligado a la meditación, aunque tiene manifestaciones mucho más ubicuas y consiste en una falta de claridad mental.
El budismo considera la fe como una virtud, pero no ocurre lo mismo con la fe ciega, en este sentido la fe inteligente se basa en la realidad.
El olvido es un término procedente de la literatura meditativa que se refiere a la falta de atención o falta de interés.
La petulancia es un tipo de ilusión en la que uno pretende de manera consciente y deliberada tener cualidades que, de hecho no posee o exagerarlas desproporcionadamente.
La desvergüenza se deriva de una falta de conciencia en la que, independientemente de que los demás nos descubren o no, uno carece de toda sensación de dignidad.
La inconsciencia es una actitud de completa indiferencia hacia las acciones, las palabras y los pensamientos sin la menor preocupación por su adecuación. La distracción se asemeja al olvido y tiene que ver con una mente incoherente que se ve arrastrada por todo tipo de estímulos.
Cuando estamos identificados con lo que sentimos: sea culpa, miedo, enojo u otras, nos encontramos como poseídos por ese sentir: el campo de conciencia se estrecha, excluimos de nuestra conciencia los demás contenidos internos. Y sucede que Cuando nos damos cuenta, y nos vamos desapegando de esa especie de hechizo, el foco de atención comienza a expandirse, y la tensión interna comienza a ceder, poco a poco se abre el bloqueo, ya no estamos tomados por esa emoción y podemos cambiarnos de lugar internamente. Cuanto menor es esa movilidad psicológica, generalmente mayor es nuestro aferramiento neurótico a ese estado emocional. La práctica de desidentificación como actitud de vida permite una mayor movilidad emocional y, con ello facilita el proceso de cambio: ejerce un poder transformador.
En nuestra cabeza vamos creando escenarios, moviendo personajes, construyendo futuros… y esa noria que gira y gira genera emociones que no están vinculadas tan siquiera a una realidad inmediata, «verdadera». Son construcciones internas ante las cuales reaccionamos como si fueran eventos vitales concretos.
Para complicarlo aún más, todos tenemos como un mecanismo de «ecualización» de las emociones: intensificamos algunas, disminuimos otras, y vamos con ello deformando la realidad, creando más y más ilusión. ¿Se ha observado a sí mismo intensificar el miedo, el enojo o el dolor a partir de sus pensamientos? Dramatizamos, minimizamos, alteramos la realidad adentro nuestro sin que podamos establecer la diferencia entre afuera y adentro.
-Según la tradición tibetana todas las aflicciones mentales son procesos que desestabilizan el equilibrio de la mente, independientemente de que posean un componente fuertemente emocional o no.
Para contrarrestar a las aflicciones mentales o emociones destructivas es importante la introspección o conocimiento de uno mismo, control emocional, la meditación y la auto-reflexión.
Cuando el cuerpo nos habla a través de un malestar o una enfermedad, lo hace para ayudarnos a tomar conciencia de una forma de pensar que no es benéfica para nosotros. Esto, aunque sea de forma inconsciente perjudica a todo nuestro ser, es la razón por la que enfermamos.
Las emociones destructivas, Daniel Goleman en colaboración con el Dalai Lama.Edit. Vergara México, 2005
